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Elías Pessaj
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miércoles, 27 de julio de 2011

LA AMISTAD por Elias Pessaj

La amistad no es de una sola clase, ni de una sola calidad, ni cantidad, hay muchos tipos de amistad. Pero el tipo de amistad que me interesa a mí, es esa amistad que genera una relación que une a los hombres en un vínculo fraterno.

Si ese vínculo es traicionado, el problema no está en las cosas, no está en la amistad, sino en las personas, en nosotros, que traicionamos ese vínculo, lo desvalorizamos y lo transformamos en obsoleto poniendo en primer plano nuestro interés personal y entonces una relación que busca la unidad desinteresada de fines puramente materiales entre los hombres desde el comienzo de los tiempos, se desvirtúa y se transforma en una unión circunstancial en donde los intereses materiales y egoístas prevalecen.

En la época que nos toca vivir hoy, el tipo de amistad más elevada, el vínculo fraterno, es considerada una forma de relación ingenua e impráctica. Estamos tan atrapados en lo que curiosamente criticamos como perjudicial: la ideología materialista y utilitaria que hoy predomina en todo el mundo, que nos ha nublado el entendimiento y la sensibilidad de tal forma que nos hemos vuelto parte de eso que detestamos.
Nos hemos convertido en unos nihilistas desconfiados y criticones, y no nos diferenciamos con nuestras actitudes de los que han pervertido y rebajado las relaciones humanas, sino que los imitamos para no ser excluidos y caemos como tontos en la trampa que nos han tendido. Y así somos más de lo mismo.

Deberíamos trabajar en un sentido opuesto a la corriente, no bajar nuestras banderas y no claudicar en nuestros principios, muy por el contrario deberíamos insistir terca y perseverantemente en ellos, hasta que se transforme en parte de nuestra vida.
Que importa que seamos catalogados como románticos, sensibleros o cursis, por esos que han conseguido su propósito de instalar la mediocridad y así estupidizarnos para que vivamos en un nivel tan bajo, que hace que nuestra existencia se convierta en miserable.
No debemos darnos por vencido, la vida adquiere un sentido profundo, cuando nosotros mismos se lo conferimos, pero si nosotros somos tan perezosos, tan inútiles, tan frágiles, como para dejarnos arrastrar por la corriente que no conduce a una cloaca, entonces no tenemos derecho de quejarnos por el estado de las cosas, ya que nosotros somos cómplices responsables de esos hechos porque no hemos realizado aunque fuera el mas mínimo esfuerzo para modificar nuestra suerte.

Elias Pessaj
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