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Elías Pessaj
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miércoles, 30 de octubre de 2013

EL AVARO Y EL MAESTRO por Elias Pessaj

Un maestro de sabiduría un día recibió una cantidad enorme de dinero, esto lo convertía en un hombre rico de la noche a la mañana. Un discípulo conocido por su avaricia y apego a las cosas materiales, se acercó a él para aconsejarle cómo administrar su fortuna:


-Ahora podrías invertir tu dinero comprándote una hermosa casa, viajar a lugares exóticos y adquirir objetos para luego revenderlos a mayor precio, comer exquisitos manjares, tener sirvientes y si quieres puedes ponerme a mí para que te administre los bienes-
El maestro le escuchó atentamente y asintió a todo lo que le había dicho.
Al otro día le comunicó a su nuevo administrador que partía de viaje a una comarca lejana y exótica. Luego de un mes el maestro volvió con una gran cantidad de paquetes y encomendó a su administrador, el avaro, de comprar una suntuosa casa con muchas habitaciones. El avaro estaba regocijado de ver que su maestro seguía sus indicaciones al pie de la letra. La casa de pronto se llenó de personas que abrían los paquetes e iban acomodando los objetos de manera precisa. El avaro estaba más que sorprendido por la cantidad inesperada de sirvientes. Esa noche en el gran comedor de la casa una mesa con exquisitos manjares fue servida por orden del maestro. Para sorpresa del avaro, los sirvientes se sentaron en la mesa junto a él y uno en especial muy anciano, al lado del maestro. Viendo el desconcierto del avaro el maestro le dijo:

-Seguí tus indicaciones al pie de la letra, viajé a una comarca exótica, donde justamente vivía mi antiguo maestro, que hace años no veía y le invité a visitarme haciéndome cargo de todos sus gastos. En el camino adquirí objetos de poco valor y los regalé a los necesitados, quienes los usaron como herramientas para ganarse la vida, por lo que su valor aumentó considerablemente. Luego compré una suntuosa casa donde reunir a mis discípulos y con muchas habitaciones para albergar a aquellos que no tienen donde quedarse a pasar la noche y los paquetes son los muebles de la casa que ellos mismos acomodaron-

-Pero...maestro no era esta la forma en que debías gastar tu fortuna-balbuceó perplejo el avaro.

-No es la forma en que tú te imaginaste, pero es la adecuada y justa. Asi que deja de regañar y ven a compartir nuestra mesa para celebrar que gracias a ese dinero, estamos hoy todos reunidos y que nuestra enseñanza ahora podrá extenderse mas rápido y hacia muchos más para el bien de todos- concluyó el maestro.


Elías Pessaj
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